miércoles, 2 de noviembre de 2022

LA PERSONA CORRECTA EN EL MOMENTO INADECUADO

 Te escribo aquí porque ya no quieres que te escriba a ti, y porque nunca podrás leer estas palabras a menos que te las sirva en bandeja. Aún no consigo asimilar que al fin decidieras alejarte de mí, cuando hace nada te encantaban mis largos mensajes de cada día, llenos de amor, de ganas de cuidarte y de intenciones de alegrarte. Pero, al mismo tiempo, comprendo que era cuestión de tiempo y que demasiado habías tardado en llegar a ese punto.

Te conocí en el peor momento de tu vida. En un primer momento, fuiste tú quien me hiciste saber de tu existencia, pero fui yo el primero en sentir que había conocido a una persona excepcional. También fui yo el primero en enamorarse, aunque sabía que era imprudente dejarme llevar y dar rienda suelta a mis incipientes sentimientos porque tú tenías pareja.

Cuando nos dio por querer conocernos a fondo hacía ya más de dos años que éramos amigos, pero casi de repente nos dimos cuenta de que algo nos atraía inevitablemente. Al principio tú no querías admitir lo que empezabas a sentir, y hasta que nos dimos aquel abrazo no comprendiste lo que te había estado ocurriendo conmigo. Pero a partir de entonces cada día estuvo lleno de magia, de la que solo parece existir en antiguas leyendas celtas, y de amor. Queríamos conocernos bien para saber cuidarnos mutuamente, y yo tenía puesta una coraza que, poco a poco, tú me ayudaste a quitarme aún yo sabiendo el riesgo que eso suponía. Sentimos H, una letra para un vínculo que no tiene nombre, que nos hacía sentir las emociones del otro a larga distancia, también el malestar físico o, incluso, la excitación y el placer sexual. Veíamos los colores en la mente del otro, hasta algunos de sus pensamientos. Llegamos a la conclusión de que nuestras almas se habían estado buscando toda la vida, puede que desde hacía varias vidas. No era normal, era tan maravilloso que aquella forma de amarse no se había descrito en ninguna obra literaria o ensayo. Queríamos construir un futuro juntos, y yo, al fin, sentí que había encontrado mi hogar en ti, ese que no he tenido nunca. Fuiste la única persona que he conocido que supiste valorarme, que te fascinaba cada detalle que descubrías de mi, haciéndote querer descubrir más. Me hiciste pensar, por primera vez, que me merecía a la chica con la que estaba. Pero... no era el momento. Te quería y tú me querías. Nos queríamos como nunca habíamos querido a nadie, pero no fue suficiente.

Un día estallaste por todas las circunstancias que te rodeaban. Tomaste la decisión de romper con tu novia, pero no por mí, ni para estar conmigo, sino para empezar de cero, reconstruirte. Sola. Lo que al principio pareció que iban a ser unas semanas sin vernos, ha acabado siendo más de año y medio y no creo que volvamos a vernos. A estas alturas ya ni siquiera hablamos, solo algún mensaje suelto de vez en cuando. Hace poco me dijiste que querías distancia, porque te sabía mal responderme de forma fría o dejar mis mensajes leídos. Ya no te escribo y me estoy muriendo.

Hace unos días, me felicitaste Samhain. Sentimos H. Y siento que fue la despedida final, el último abrazo de dos almas que nunca estarán juntas a pesar de que el amor que las unió era de otro mundo. Yo aún te amo. Dudo que tú sigas sintiendo lo mismo.

En realidad siempre has sido demasiado extraordinaria para mí, con toda esa luz que emanas, con tus habilidades mágicas, con esa forma tuya de amar, tu personalidad increíble, tu risa, tu vocación.

Y sí, me estoy muriendo. Tú eras lo único que daba sentido a este mundo. No encuentro sentido a nada después de haber conocido una de las verdades del Universo. No puedo vivir sabiendo lo que sé. La vida me desveló uno de sus misterios y no estaba preparado para ello. La vida esconde algo maravilloso, pero solo es maravilloso si no desaparece. Porque sé que nunca podré volver a amar, nadie me dará H, con nadie seré yo otra vez. No puedo, y me muero despacio. Cada día que pasa estoy más cerca de tirar la toalla. Me pregunto hasta cuándo aguantaré. Tengo el eterno nudo en el estómago, ese que solo contigo se deshacía; cuando te veía, después estaba varios días sin ese nudo. Ahora lo tengo, además de una especie de agujero que se me ha hecho, algo que no sé definir, tal vez lo contrario a H, y ha aparecido un nudo también en mi corazón, algo que no había sentido hasta ahora. También, cada día que pasa estoy más enfermo. Tú no lo sabes, ni lo sabrás, pero estoy enfermo. Sé que no viviré mucho tiempo. Y lo peor es que no volveré a verte, que moriré antes de poder abrazarte una vez más.

Ojalá verte una última vez, es cuanto pido...

¿Por que tuve que conocer tu amor, si no me lo podías dar?

¿Por qué nos enamoramos si no podíamos estar juntos?

Solo espero que seas feliz, te lo he dicho siempre y es la verdad. Porque nadie se lo merece más que tú. Te quiero...




No hay comentarios:

Publicar un comentario

CIELO TINTO

Siempre preferiste el vino a la cerveza, el horizonte rojo de las tardes me lo recuerda. Es como si una copa de tinto se derramase entre las...